por José Carlos Rodrigo Breto


La narrativa francesa vive unos momentos brillantes, afirmación que puede confirmarse con facilidad si repasamos algunos de los nombres que actualmente muestran su pujanza en el mercado editorial europeo: al ya clásico Michel Houellebecq  o al nobel Patrick Modiano , se les han unido escritores tan brillantes como Mathias Enard , Emmanuel Carrére , Eric Vuillard , Delphine de Vigan , y Frédéric Beigbeder , entre otros muchos.

El caso de la evolución literaria y el éxito de Frédéric Beigbeder va unido al propio Michel Houellebecq, que además es uno de sus mejores amigos. Hay un paralelismo evidente en sus carreras. Si bien Beigbeder empezó a publicar antes, en 1990, y que su tercera novela El amor dura tres años   representó éxito un relativo y fue bien recibida por la crítica, no fue hasta su sexta novela, la célebre 13.99 euros, cuando se consolidó como autor.

¿De qué se nos habla en 13,99 euros? Su protagonista, Octave Parango, un joven creativo publicitario, un tiburón de la sociedad de consumo, es la representación del éxito vacío y deshumanizado. Un día toma la decisión decisiva que cambiará su vida: ya es suficiente, necesita escribir un libro sobre la farsa en la que vive ese mundo occidental y presuntamente civilizado.

De esa manera, Parango se alimenta de la experiencia autobiográfica de Beigbeder como publicista en una prestigiosa agencia de la que acababa de ser despedido. Precisamente fue Michel Houellebecq quien le animó a escribir el libro. Por su parte, Houellebecq había debutado en 1994 con Ampliación del campo de batalla , que también son un vertido de las desilusiones de un informático acerca del competitivo y banal mundo que le rodea, inspiradas en las propias experiencias biográficas del autor.

Por tanto, en ambas novelas, cruciales para la proyección de los escritores, encontramos paralelismos: crítica social, provocación, polémica, experiencias personales, ataque a lo políticamente correcto… El asunto no termina aquí, ni mucho menos. Beigbeder fundó el premio literario de Flore  (por el nombre del café en donde se reúne el jurado) y en 1996 el vencedor fue… Michel Houellebecq.

Así las cosas, tras el gran éxito de 13, 99 euros, Beigbeder experimentó un giro en su narrativa con una novela de componente autoficcional   en la que reflexionaba sobre el atentado a las Torres Gemelas del 11 de septiembre. Sin duda, estamos ante una de sus grandes novelas. Se nos presenta un escritor que ha madurado y que puede abordar una ficción lúcida sobre un tema tan complejo. El resultado, Windows on the World, de 2003, es un hito en cuanto a las novelas que se han escrito al respecto, que incluso alcanza más allá que las de autores norteamericanos como DeLillo  o Updike , que también se han ocupado del tema sin mucho brillo.

Beigbeder había alcanzado su mayoría de edad como escritor con Windows on the World. Sin embargo, todavía intentó resucitar en 2007 a su personaje Octave Parango para Socorro, perdón , novela fallida, la única que representa un tropiezo dentro de la producción literaria de Beigbeder. De los errores se aprende, y el autor sabrá recuperarse en 2009 con la excelente Una novela francesa  que además fue premio Renaudot .

Una novela francesa vuelve a conectarnos con el Beigbeder reflexivo y autoficcional de Windows on the World, dado que el libro es una autobiografía novelada sobre sus propios orígenes y su infancia. Sin embargo, el detonante de este ejercicio de la memoria no es amable: Beigbeder fue detenido por consumo de drogas en la vía pública, a las puertas de una discoteca parisina, el 28 de enero de 2008. Las cuarenta y ocho horas de prisión preventiva en una celda operarán como la circunstancia que active su memoria para comenzar a darle un repaso a su infancia; además, la paradoja de que a los pocos días su hermano Charles iba a recibir la Legión de Honor francesa. ¿Cómo podían ser tan distintos? ¿Qué les había ocurrido en la infancia para ser tan diferentes?  El libro se acompaña de un prefacio, como no podía ser de otro modo, de Michel Houellebecq.

Tras la aventura carcelaria y la humillación pública a la que fue ejemplarmente sometido, el Beigbeder de Windows on the World, el grandísimo escritor, se asentó definitivamente en su madurez. Fue como si Una novela francesa hubiera terminado de airear todo lo viciado y negativo que obstaculizaba su tarea narrativa. Su siguiente obra, Oona y Salinger , será su obra maestra para muchos críticos y lectores.

La novela, publicada en 2016, vuelve sobre el camino de la metaficción y lo metaliterario porque el Salinger  del título es el escritor norteamericano, y Oona es Oona O´Neill , hija del dramaturgo y premio Nobel de literatura en 1936, Eugene O´Neill . La historia, real, muestra el fracaso del romance de Salinger con Oona cuando ella lo deja por Charlie Chaplin , con quien se casó aprovechando que Salinger se marchó a Europa para luchar en la Segunda Guerra Mundial, concretamente participó en el desembarco de Normandía. Con esta novela Beigbeder termina por consagrarse, y elige un estilo robusto de narración que ha confirmado en su última entrega, Una vida sin fin 

Editada en 2020, Una vida sin fin es un gran reportaje periodístico, un ejercicio de autoficción, una novela distópica, un estallido luminoso, inteligente y divertido de lo que podemos denominar género híbrido. El autor, preocupado por cómo detener a la muerte para poder disfrutar de su mujer y de su hija el mayor tiempo posible, se encarna en periodista y recorre una gran parte del mundo para informarse acerca de las terapias que, según afirman sus defensores, pueden prolongar la vida. Ginebra, Viena, Jerusalén, Nueva York, dietas, transfusiones, análisis del genoma, experimentos con células madre… Beigbeder se ha convertido en un periodista al estilo de Truman Capote  y se ha sumergido en su propia ficción empapada de realidad: todas las entrevistas con médicos, genetistas, investigadores, son ciertas, y las instituciones que representan, auténticas.

Beigbeder marca con este curioso artefacto literario la cumbre de su viraje narrativo iniciado con Windows on the World. Se dirige hacia una escritura menos provocativa, más seria, profunda y contundente, que invita a reflexionar mientras se aleja de las polémicas que otras veces protagonizaron sus textos. Un viraje que, curiosamente, también experimentará Houellebecq con su novela El mapa y el territorio  en 2010. Son tal para cual. Y las siguientes entregas de Houellebecq  seguirán el camino trazado por Beigbeder. Un camino de madurez, de entender la literatura como un vehículo decisivo a la hora de abordar los problemas de nuestro tiempo y, sobre todo, con la intención de que el lector sea capaz de reflexionar sobre una verdad que nunca es la oficialmente establecida.

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